Los primero aparatos auditivos fueron los tubos acústicos y las trompetillas. Los primeros consistían en largas y delgadas estructuras cilíndricas que transmitían el sonido lo más directamente posible a la fuente sonora (boca) al órgano receptor (oído).
Las trompetillas eran instrumentos en forma de embudo en las que el extremo ancho estaba orientado hacia la fuente sonora y el estrecho se introducía en el conducto auditivo externo. Las trompetillas fueron durante siglos el único mecanismo de ayuda auditiva disponible y su uso por personajes famosos, como Beethoven, les ha dado cierta repercusión popular.
A principios del siglo XX aparecieron los primeros aparatos eléctricos. Su funcionamiento de basaba en el teléfono: el sonido emitido ante un micrófono de granulos de carbón convierte la onda sonora en señal eléctrica que es transmitida hasta un auricular, donde tiene lugar el proceso inverso.
Entre los años treinta y cuarenta se consiguió reducir el tamaño de las pilas, y así se obtuvieron las primeras prótesis más o menos portátiles. El advenimiento del transistor en los años cincuenta fue el paso decisivo hacia la miniaturización, permitiendo concentrar los componentes de la prótesis en soportes muy pequeños y al mismo tiempo ejercer una adecuada amplificación por vía aérea y ósea. Finalmente, la introducción de los circuitos integrados ha llevado a las mini prótesis retroauriculares y sobre todo intrauriculares e intracanales actuales.